Lost Books Redux

In the wake of my umpteenth repost of my 1994 April Fool’s day prank report that originally appeared on the Classics list, it seems useful to note that it gave rise to an interesting discussion of the lost/missing works the Classicists on that august discussion group would really like to have (besides the lost bits of Tacitus, of course) … so I culled the list for the list:

  • Ovid’s Medea and Varius’ Thyestes
  • Petronius (the *whole* Satyricon)
  • Lucilius
  • Comedies by Cratinus
  • Callimachus
  • Ennius
  • Asinius Pollio
  • Poseidonius
  • Aristotle’s On Comedy
  • Protagoras’ Truth (or anything by him)
  • Sybilline Oracles
  • Eupolis
  • lost diaries of Sosylos and Silenos (as an alternative to Polybius)
  • The Atthis of Philochorus (or of Androtion)
  • Theopompus
  • Aristotle’s collection of constitutions
  • Hieronymus of Cardia
  • Cato’s Origines
  • Claudius’ Etruscan and Carthaginian histories
  • the lost books of Ammianus Marcellinus
  • the Hellenica Oxyrhynchia
  • Syriscus of Chersonesus
  • Didymus Chalcenterus
  • Aethiopis_ of Arctinus
  • Cicero’s Hortensius
  • Sappho (all)
  • Aeschylus (more/all)
  • Pseudo-Aeschylus (Prometheia)
  • Suetonius’s Roman Games And Festivals, and Famous Courtesans
  • Claudius’ Etruscan history
  • Euripides’ Oedipus
  • Livy’s missing bits

… there were probably quite a few more (items started repeating). While it’s always amazed me what we do have, it boggles the mind to think how much we’ve lost and how different our view of the ancient world might be if we hadn’t …

Nineteen Years Ago Today ~ Missing Tacitus Manuscript

… and still no updates:

(Vatican City). Staff in the Vatican Library announced
today the discovery of a complete book including the
missing portion of the ancient historian Tacitus’ Annals. Tacitus
lived in the first century A.D. and his work is an important
historical source for the early Roman empire.
“What we seem to have is a complete codex of the Annals,
including the missing sections dealing with the emperor Caligula
and the early reign of Claudius,” said Vatican spokesman Benito
Trovato.
The book itself was discovered when shelving was being replaced
in one of the many reading rooms of the Vatican Library. “We knew the book
existed because it appears in catalogs dating from the fourteenth
century, but it seems to have fallen behind some shelves years ago
and forgotten.”
“What’s really exciting, however, is how much light it sheds
on the early Roman Empire. Scholars consider Tacitus to be quite
accurate and this discovery sheds new light on a number of controversies.”
Among the new information is the date of Christ’s crucifixion, which is said
to have taken place in 41 A.D., shortly after the emperor Claudius
came to the throne. Although the codex was discovered over a month
ago, the Vatican delayed announcing it until Good Friday, which
seemed appropriate.
“Outside of the importance for Christianity, the text also
is surprising in the portrait it paints of the supposedly `mad’
emperor Caligula. Scholars have, for example, argued often over
Caligula’s building a boat bridge across the Bay of Naples. Usually
it is seen simply as a sign of his insanity. Tacitus tells us,
however, that it was in fact a military exercise conducted shortly
after Caligula’s failed attempt to cross over to Britain. It appears
that the soldiers were afraid to cross the English Channel by boat
and the boat bridge was designed to allow them to march across.
Unfortunately Caligula was murdered before he could attempt it.”
Mr. Trovato did not reveal when the text would become
available to scholars, but did say that a number of publishers
had already been in touch with him.

Finding the site of the Battle of Baecula

Tip o’ the pileus to @PunicOctopus on twitter who alerted us (and the world) to this rather important study in Spain … from El Pais:

Año 208 aC. Los ejércitos romano y cartaginés, a las órdenes de Escipión el Africano y Asdrúbal Barca (hermano de Aníbal), están a punto de entablar batalla. Asdrúbal domina un cerro estratégico en el que se ha instalado ante la llegada de su enemigo. Las tropas de Escipión, que han acampado a unos cuatro kilómetros, atacan a los cartagineses: primero con la infantería ligera y luego con el grueso de su ejército, desplegando una maniobra de tenaza para rodear al ejército enemigo. Asdrúbal pierde el combate y huye, llevándose, eso sí, el tesoro y los elefantes. “Es la batalla de Baécula, una de las importantes de la Segunda Guerra Púnica, que enfrenta a las dos potencias del momento por el dominio del Mediterráneo, casi una guerra mundial”, apunta el arqueólogo Arturo Ruiz.

La historia, los detalles de esta batalla, la cuentan los historiadores romanos Polibio y Tito Livio. Pero, ¿dónde se libró exactamente? ¿Qué cerro era ese en el que se defendió Asdrúbal y atacó Escipión? ¿Por dónde avanzó uno y huyó el otro? Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén afirma haber descubierto el lugar del combate y encontrado el rastro de las tropas en sus movimientos sobre el terreno. Los investigadores están leyendo los vestigios directos para entender qué pasó. Lanzas, puntas de flecha y de jabalina, tachuelas de las sandalias, proyectiles de los honderos baleares que lucharon en las filas cartaginesas, broches de los ropajes, espuelas… incluso piquetas de las tiendas de acampada o los agujeros donde clavaron los de Asdrúbal la empalizada de protección, han salido a la luz en los últimos años. En total, estos arqueólogos han recuperado ya más de 6.000 objetos, dos tercios de ellos asociados al acontecimiento del 208 a C. Los ejércitos de las dos potencias, afirman, se enfrentaron en el cerro de Las Albahacas cerca de la actual localidad de Santo Tomé (Jaén), un lugar estratégico de acceso a la cuenca del Guadalquivir desde Cartago Nova (Cartagena) que Escipión había conquistado el año anterior. Asdrúbal estaba a tiro de las minas de cobre y plata de Cástulo. Una región importante para unos y para otros.

Es arqueología de una batalla, de un acontecimiento efímero, algo insólito en la tradición de unas investigaciones que suelen ocuparse de ciudades, templos, tumbas o infraestructuras que perduran durante siglos. “Hasta ahora solo se había excavado así una batalla de la antigüedad, la de Teotoburgo, en Alemania, de romanos contra los germanos, y es muy posterior, del año 9 aC.”, recalca Juan Pedro Bellón, del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). “Hay alguna batalla excavada con una metodología similar, pero del siglo XIX, en concreto la de tropas estadounidenses contra indios en Little Big Horn, y algunos campamentos militares, pero nada más”, añade su colega Manuel Molinos. Por ejemplo, las batallas de Aníbal en Italia se sabe que fueron en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, pero no en qué sitio exactamente, dice Bellón, ni hay restos arqueológicos de ellas.

Con las detalladas descripciones de los historiadores romanos, los investigadores del Instituto de Jaén se plantearon, hace una década, encontrar los vestigios de la batalla de Baécula. “El general cartaginés recorría entonces los parajes de Cástulo, alrededor de la ciudad de Bécula, no lejos de las minas de plata. Informado de la proximidad de los romanos cambió de lugar su campamento y se procuró seguridad por un río que fluía a sus espaldas”, escribió Polibio. Y Tito Livio: “El ejército de Asdrúbal estaba cerca de la ciudad de Bécula y por la noche Asdrúbal replegó sus tropas a una altura. Por detrás había un río. La altura, que tenía una explanada en la parte más alta, por delante y por los lados ceñía todo su contorno una especie de ribazo abrupto”.

Los arqueólogos emprendieron una labor casi detectivesca para dar con el lugar de los hechos, con la ayuda de los textos clásicos y técnicas topográficas avanzadas, además de la observación directa sobre el terreno. “Schulten, en 1925, situó la batalla de Baécula al sur de Bailén, pero lo descartamos, porque la geografía no se ajustaba a las descripciones de Polibio y Tito Livio”, cuenta Arturo Ruiz, arqueólogo de la Universidad de Jaén que puso en marcha el proyecto de Baécula. También se habían propuesto otras localizaciones. Poco a poco, el equipo fue identificando posibles cerros y haciendo catas arqueológicas con detectores de metales, hasta que en el cerro de Las Albahacas empezaron a aparecer restos acordes con un enfrentamiento entre dos ejércitos. Desde 2006, realizan excavaciones en el lugar y participan en los estudios una veintena de expertos: topógrafos, numismáticos, conocedores de armamento antiguo, especialistas en paleoclima y en análisis químicos.

La investigación, financiada por el Plan Nacional de Investigación Científica, es una labor ardua y extensa. El teatro de operaciones se extiende por 400 hectáreas, aunque las prospecciones más intensas se centran en 20 hectáreas. Los arqueólogos han hecho decenas de transectos (líneas de prospección con los detectores de metales) y centenares de cuadrículas.

En el 209 a C los romanos han tomado Cartagena y, un año después entran en la zona del alto Guadalquivir, dominado por los cartagineses. Aníbal ha estado en ese territorio de importancia estratégica antes de dirigirse a Italia, recuerda Bellón. Y en la península Ibérica permanecen tres ejércitos cartagineses: dos de ellos al mando de los hermanos de Aníbal, Asdrúbal Barca y Magón Barca, y otro al mando de Asdrúbal Giscón. “La batalla de Baécula abre el control de la Bética a Roma y, en adelante, Andalucía será su almacén de aceite, trigo y minas de plata y plomo”, explica Ruiz. “Según una teoría, Escipión entra en Andalucía por Despeñaperros, pero nosotros sostenemos que lo hace por el valle del río Guadiana Menor”, apunta Bellón. Quiere evitar que Asdrúbal llegue a Italia para apoyar a su hermano Aníbal y, a la vez, evitar que se unan los otros dos ejércitos cartagineses.

La historia solo contaba con las fuentes de una de las partes en conflicto, explica Ruiz. “Y los romanos ensalzan a Escipión como gran estratega que planifica el movimiento envolvente de su ejército, que afronta la dificultad y dureza de la batalla de Baécula y que, al final, derrota a Asdrúbal”, comenta Bellón. Pero ahora los arqueólogos intentan leer directamente las pruebas para averiguar qué paso. Apenas aparecen en el cerro armas cortas, lo que indica que el enfrentamiento cuerpo a cuerpo fue limitado. Sin embargo, añade Bellón, hay muchas armas arrojadizas, como lanzas, flechas, proyectiles de los honderos baleáricos y dardos.

“Asdrúbal elige el cerro sabiendo que es un punto defensivo estratégico para defenderse y para preparar la huida”, continúa Bellón. “Los romanos establecen su campamento a unos cuatro kilómetros e, inmediatamente, fuerzan la batalla atacando a los cartagineses. Tienen desventaja teórica sobre el terreno ya que atacan cuesta arriba, pero tienen ventaja numérica”. No está claro cuántos hombres participaron en la batalla. Tito Livio habla de 70.000 (40.000 romanos y 30.000 cartagineses). Puede ser exagerado. Los arqueólogos de Jaén lo dejan en unos 15.000en total.

“Ni Polibio ni Tito Livio son contemporáneos de los hechos, y escriben basándose en la abundante documentación romana, aunque el primero, que nació en 200 a C, se considera una fuente más fidedigna porque escucharía datos de primera mano. De los cartagineses no hay testimonios porque la ciudad de Cartago fue arrasada al final de la Tercera Guerra Púnica, cuando los romanos finalmente se hicieron con el poder absoluto del Mediterráneo”, apunta Molinos.

Después de Baécula, Escipión permanece poco tiempo en el campamento del cerro que ha tomado al enemigo. Asdrúbal huye y llega a Italia, en el 207 a C. Una vez allí, envía dos emisarios a Aníbal, pero los romanos los interceptan y atacan: Asdrúbal muere en la batalla de Metauro.
El rastro de las tachuelas de sandalia

Las sandalias de los romanos, que no de los cartagineses, llevaban unos remaches de hierro en la suela de cuero, para proteger el material frente al deterioro del uso y para mejorar el agarre. Las tachuelas se desprendían. O el calzado quedaba abandonado por alguna causa. Entonces esas piezas, denominadas clavi caligarii, de un centímetro de diámetro aproximadamente y dos o tres milímetros de alto, con una punta curvada para sujetarlas al cuero, quedan sembradas por el campo. Para los expoliadores carecen de valor, así que permanecen en el lugar durante siglos, hasta convertirse en un tesoro para los arqueólogos.

“Hemos encontrado cientos de tachuelas en Baécula y, gracias a ellas hemos podido localizar no solo el campamento romano, su punto de partida, sino también el camino de unos cuatro kilómetros que recorrió el ejército de Escipión para atacar al enemigo en el cerro, así como la zona donde se desplegó y la batalla”, explica el arqueólogo Juan Pedro Bellón. Es una forma de arqueología dinámica importante, e incluso se han hecho estudios para estimar cuántas tachuelas perdería un soldado romano caminando, añade Bellón.

Las tachuelas salen ahora a la luz con los detectores de metales (apoyados con GPS para una localización exacta de cada pieza), y los arqueólogos de Baécula han analizado los resultados del barrido del territorio con ellos identificando las zonas de mayor densidad de tachuelas (campamentos y batalla) y piezas más dispersas en el camino. Cuando los investigadores han comparado la ruta que marca el rastro de las tachuelas con el mejor camino trazado sobre la topografía de la zona han visto que los romanos acertaron.

¿Y de los movimientos de los cartagineses? Puede haber un rastro de sus monedas, sus armas… El plan de investigación ahora es seguir a las tropas de Asdrúbal en la retirada y profundizar el conocimeinto del campo de batalla.

Folks whose Spanish is reasonable will want to visit the project webpage (Tras los pasos de Asdrúbal Barca: de Baecula al Metauro), which includes links to a number of papers spawned by the research. This sort of thing (and the techniques for locating the battefields and camps) is clearly something that can be used elsewhere …

UPDATE (a few minutes later): I note that Adrian Murdoch mentioned this article a few weeks ago (and we Blogosphered it) … still worth repeating though as AM links to a report in English. Why doesn’t this sort of thing get greater coverage in the English press?